Es cierto que durante la vida hemos aprendido a escuchar o decir palabras obviando su significado, palabras que al terminar de decirlas se han alienado del contenido. En el fondo lastima esa banalidad en el lenguaje que roza en la doble moral. Llevan mensajes emocionales disimulados, ocultos, cifrados, sutiles, para generar en el otrx interés, curiosidad, deseo, manipulando el buen trato verbal.
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