LA TERCERA LEY DE NEWTON

Newton fue hijo póstumo, le tocó sentir lo que muchos niños y niñas de familias reconstituidas han vivido: el rechazo de un padrastro mezquino que repudia al hijo de otro hombre. En mitad del siglo XVII, la mamá del niño Isaac se allanó -era puritana obediente- a la voluntad del esposo. Sintió duramente el rechazo del padrastro y el abandono materno. No tenía más diez u once años, y daba fe del odio hacia el piadoso padrastro. Siempre solitario e intolerante hizo notoria su inteligencia y astucia lógica; huérfano de amor, fue un pensador excepcional que a los 51 años tenía notorias manifestaciones de un profundo malestar emocional. 

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