Saudade es la palabra que representa un estado sentimental donde la nostalgia y el anhelo respecto de alguien saturan la mente. Saudade no es la mera tristeza depresiva, tampoco es la sensación de soledad derivada del sinsentido de la existencia, sino la melancolía tras romper la relación con alguien a quien se quiere. No hay ira, amargura, ni rencor, es un estado derivado de amar con tristeza, cuando se conoce que la persona ya no estará disponible, no volverá o cuando se recuerda con tenue alegría lo que ya nunca se tendrá.
Saudade es la respuesta atípica al amor frustrado y a la vez, el matiz emocional caprichoso que coloca una persona a su proceso de desprendimiento, cuando se ha allanado dignamente a la pérdida.
Encauzar un sentimiento de esta manera tendría que ver, en parte, con un antecedente de fuerte cuidado interpersonal cuando eran pareja y por otro, la idea de que el amor eros, que busca ir hacia la otra persona, ambicionando la pertenencia; busque una alteridad estabilizadora basada en la libertad enfocándose en el Yo.
En el marco cultural predominante, lo general es la tendencia autocontemplativa: el Yo totalitario y autosuficiente que lleva a la persona a verse exenta de toda responsabilidad de los problemas que se tuvo en pareja; ante la ruptura, aparecen la disforia o la depresión, patología que según el razonamiento del filósofo Byung Chul Han es una enfermedad narcisista determinada por una relación consigo mismo exagerada y patológicamente recargada.
Parece claro que cuando se combinan la pérdida de la relación amorosa y el estar centrado en sí mismo, genera un conjunto de vivencias psíquicas depresivas globales difíciles de manejar por si mismo, porque la atención oscila como péndulo entre el amor perdido y lo que sucede alrededor, llevando a la baja de la productividad y a la anhedonia.
Las memorias dolorosas se resisten a salir de la conciencia y son imágenes traumáticas con palabras y gestos lacerantes, donde emana un sentimiento de impotencia para remediar lo acaecido, dejan un nudo en la garganta, que corta la palabra y se sufre una extrema fragilidad emocional, manteniendo en vilo todo el tiempo, hipersensibilizando a la persona, con la inconsistencia emocional, que contamina todo desempeño con el malhumor. Es una desconexión emocional donde cada alegría es anodina y fugaz, los logros son insustanciales y se miran sin deseo los prospectos de nuevas parejas.
La depresión por el amor frustrado es un lugar sin tiempo, un foso oscuro y frio, un viaje misterioso, donde ya no llegan las voces que juzgaron el desempeño en pareja y solo se puede escuchar la naturaleza susurrando, que amar también es desprenderse y dejarse caer al vacío.
¿Qué se necesita para pasar del dolor y la depresión a sentir saudade? Es difícil precisarlo, pero al parecer la condición básica -aunque paradójica- será mantener el amor por la persona que se aleja, un amor en el cual los ingredientes que había propuesto Zick Rubin (cuidado, apego e intimidad) se hayan agotado, y que el deseo de contacto físico se extinga. Lograr que eros se trasmute en philia.
La salida es hacia dentro… atravesar el dolor, honrar lo que fue…