Tema central de conversaciones íntimas, charlas picarescas, fantasías y congojas, más allá de nuestras particulares creencias y expectativas acerca del amor, es preciso adquirir una visión cada vez más amplia e iconoclasta del sentimiento humano por excelencia que representa la afección del ánimo de cual nadie ha dejado de vivir sus deleites y saborear amarguras; ahora está sujeto, además de interesantes y circunstancias ligadas a la tecnología digital en las relaciones humanas.
Crush es el flechazo fulminante que conmociona la integridad físico psicológica de la persona, se trata de un arrebato pasional con mucha intensidad en el sentido sensual y sexual, la atracción es total y poco importa cualquier consideración racional. Hay quienes dicen haber encontrado súbitamente su alma gemela y les urge lanzarse a vivir un intenso enamoramiento. En ambas formas se pretende entenderlo como “amor a primera vista” donde la gloria de amar y la angustia de no alcanzar, están presentes en el mismo momento prolongándose en el tiempo hasta que la persona acepta que lo suyo es un amor irreal e imposible de ser. Un crush nunca será relato ni herida, pues solo es expectativa y fantasía que moviliza a la persona y aun así, no deja de doler su no realización.
La extrema positividad que tenemos en nuestras relaciones personales y más aún en las virtuales, han facilitado tanto el trabajo de cupido que pronto estará cesante. Parece que el vertiginoso mundo actual producto de la conexión preponderante con quienes son nuestros iguales (y excluyendo la negatividad de los no iguales) operaría como una suerte de cupido sin venda que aletea en el display tirando su flecha con la certeza de acertar en un blanco reblandecido a punta de líkes y predispuesto a ser flechado.
Es cosa de la adolescencia se suele decir acerca del crush, dando por sentado que por ser una etapa de falta de madurez para gestionar las necesidades emocionales y al mismo tiempo un tránsito hacia la adultez, quien recibe un impacto del amor fantástico no lo puede asimilar. Pero hay hombres y mujeres, de amplio historial romántico insatisfactorio, que están inmersos en búsquedas compulsivas de su “alma gemela” que crean un ideal de persona tan extraordinario como frágil e inalcanzable, susceptible eso si de encajar en la imagen manofacturada que se tiene del que está al otro lado de la pantalla por eso, más más de una vez ese crush se ha derrumbado en una realidad frustrante con el desencanto de haber sido burlado en el cortejo de los likes de ida y vuelta.
Sea como fuere que se examine el crush, sustancialmente es una explosión de amor erótico, ese sentir intenso y desbocado en que se desea físicamente a la otra persona, sin importar otras condiciones personales o sociales que haya impuesto la cultura como salvaguardia de conflictos. Por allí pasan el sexo casual, algunas experiencias sexuales transgresoras de la heteronormatividad y ciertas “infidelidades”.
Por ser fondo y forma, el amor eros y el crush comparten un destino sombrío: son fugaces. Quizá no dejen una estela de dolor, pero seguro causan el mal sabor del vino dulce que en los labios se convirtió en bebida amarga. Se tiene un crush mientras esté clavada la flecha de cupido inoculando la creencia de estar ante la “media naranja”. Quien vive un romance erótico dejará de disfrutar el placer orgánico y se desenamorará si la otra persona no llega adaptarse a lo se espera que sea, cuando el fuego pasional vaya menguando.
Hay quien dice que el amor erótico es una trampa de la naturaleza para prolongar la especie porque va siempre hacia la relación sexual, talvez fue hace muchas décadas atrás, pero lo que nadie se atreve a negar es que el erotismo y el placer del cuerpo son las experiencias compartidas más profundas entre las personas. Así como el amor platónico, el del crush, nos pinta con una paleta de ensueños en las horas de cara a la pantalla.
Solo piensa por un momento, en como defines ese enamoramiento repentino, independientemente de sí sea realizable o no, y cómo te percibes, solo así dejaras de lado las interpretaciones de la mente.