LOS TRES REFUGIOS

Existen estrategias que se utilizan para proporcionar la ilusión de seguridad de una manera equivocada, con la falsa idea de atraer felicidad a largo plazo, sin embargo, sólo acarrea entretenimiento inmediato y fugaz, seguido por sufrimiento de un término más largo.

El ego es una manifestación de nuestra propia construcción y, como tal, una identidad que carece de realidad más allá del presente. Si despojamos todas las creencias de lo que somos, los dogmas acerca de nuestra personalidad, nuestros talentos y habilidades, tenemos la estructura de nuestro ego, el mismo que influye en las decisiones, que tomamos, además nos permite llevarlas a la acción, reflejando la imagen que interiorizamos sobre los que somos y el comportamiento que manifestamos. 

Cuando la atención se centra en lo externo, el ego se fortalece, se empodera, a tal punto de general tres actividades del ser que, según el budismo tibetano (doctrina de la búsqueda de comprender la mente y sus funciones, a través de la liberación del sufrimiento​) son tres patrones de escape de la realidad, que toman formas diferentes en un intento de protegernos de este mundo fluido e impreciso, persiguiendo la comodidad y la tranquilidad de un modo ilusorio que únicamente fortifica más aún nuestros miedos e inseguridades.

El refugio de la Forma corresponde el lugar donde nos escondemos para huir de la incertidumbre que la vida genera, para buscar esa sensación de plenitud, bienestar. Se podría referir aquella búsqueda compulsiva de comodidad, seguridad y placer físicos, muy común en el mundo occidental, en la que la sociedad de consumo, altamente organizada y tecnológica que refleja nuestra preocupación por maniobrar el ambiente físico a fin de resguardarnos de los arrebatos de los aspectos crueles, ásperos e impredecibles de la vida.  

El segundo refugio incumbe de las Palabras, son todas las opiniones, ideas, teorías, es decir lo que usa el intelecto para relacionarse con el mundo, acogiendo categorías que sirvan de asideros para manejar el mundo, a través de la racionalización, justificación y santificación de la vida. El nacionalismo, el comunismo, el budismo, y todas las doctrinas y militancias que nos proveen de una identidad, de normas de conducta y explicaciones del cómo y por qué de lo que sucede. Este refugio representa la tendencia del ego a interpretar lo que amenaza, irrita, de tal manera que el ataque parezca neutralizado o transformado en algo positivo, como filtros que distorsionan la percepción de la realidad. 

El tercero es el refugio es la búsqueda de Diferentes estados mentales, cuando hacemos uso de las disciplinas espirituales y psicológicas como un medio de mantener la autoconciencia, de aferrarse al sentido del yo, muy usual a través de la oración, el misticismo, meditación y más prácticas beneficiosas en lo espiritual, entonces el ego comienza por considerarlo meramente como un objeto fascinante, y luego como objeto de estudio. Posterior, una vez que se consigue aprender todos los trucos y las respuestas del juego espiritual, se produce automáticamente una mímica de la espiritualidad; porque el compromiso verdadero, la verdadera espiritualidad, nos exigiría la eliminación del ego, generando la sensación de que todo está bien, casi como estar en el limbo, lo que significa estar colocados por encima de los altibajos de la vida, como el bypass de la espiritualidad, saltando la realidad, y tan vertiginoso que algunas personas lo buscan a través de las drogas . En fin, no son los estados especiales en sí mismos los que son el problema, más bien es su cualidad adictiva, debido a que es ineludible el bienestar que producen pero lo que sube debe bajar, caso contrario se puede residir en una constante desilusión.

Estos refugios están presentes en cada una de las personas y tienen una variedad de tácticas habituales para evitar la vida tal como es, huir de la realidad, repeliendo lo que asociamos a factores negativos, yendo desde la ternura y al asombro, en la cotidianidad. La idea sería vivir más libres, permitirse abrirse a la vida, confiar en ella a través de los propios recursos, desde la conexión con uno mismo en la sensación de unidad, calmar la mente, para colocar las cosas en su sitio, dejando que la vida surja y fluya. 

No es lo que se hace, sino cómo se lo hace, diferenciando si es desde la libertad o desde los patrones que buscan suplir lo que falta. 

¿En qué te refugias tú?

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