Las amenas horas dedicadas, para charlar de libros y lecturas, de lugares lejanos y personajes ficticios tan reales como las gentes llanas que hemos conocido en nuestros trabajos, son ese ámbito confortable donde aprendo y así fue que llegamos una tarde a conversar de Marcela Serrano, sabia novelista, comprometida con la imagen auditiva en cuyo libro hace la referencia a los “culposos deshonestos” enlace de palabras con un sugestivo sabor a la bilocación de algunos en sus relaciones de pareja.
En la categoría de culposo deshonesto caben todas aquellas experiencias que tuvieron un mal momento, que, si bien no quieren que así suceda, ocurren porque el disfrute y el placer van a veces con el imprudente desacato a ciertas normas. Caben aquí esos affaires y líos amorosos que los tienen crispados a la espera que cese la ira del amante desairado y las cosas no trasciendan.
Por supuesto, estos culposos son los que más tela dan para cortar y para mal de males, suelen repetir artes ubicuas en el amor, con el ingenuo criterio que ya tienen experiencia suficiente para manejar estos casos. Mujeres y hombres reconocen el valor de la honestidad y la promulgan para todas las cosas en que emprenden y para las relaciones con los otros, pero dado que la normas limitan las libertades individuales para alcanzar bienes colectivos, queda con espacios de íntima inconsecuencia donde reposan tensos los impulsos dionisíacos hasta que la ocasión sea propicia.
Las posibilidades de tener relaciones de pareja están normadas desde la antigüedad por los que tienen el poder de coartar imponiendo una moral por ellos determinada, y algunas normas podrían no estar de acuerdo con la naturaleza humana, pues en mujeres y hombres existe el enfrentamiento del principio de realidad con el principio del placer (la dualidad razón-deseo) contradicción que se resuelve a veces por ir a los actos culposos que son deshonestos, por desacatar la norma.
Honestidad también es la cualidad de actuar justo y transparente en la relación con uno mismo, pero el determinarse conforme lo que se siente y piensa fundamento de esta virtud, a veces embiste a la normatividad y el acto será calificado por la moral con un doble estándar: uno es para los hombres y otro para las mujeres y se complica más el asunto cuando acerca del amor o la sexualidad se juzga. La determinación de cada persona atenderá, además, el respeto a los derechos de los otros.
¡Cuánta libertad nos falta por alcanzar! ¡Cuánta igualdad aún por conquistar! ¡Cuánta moralina por abatir! Tenemos tanto aún por leer, mucho todavía por entender y aceptar en la naturaleza de hombres y mujeres sea en el entorno cotidiano o a través de los personajes novelados, personas intensas y vitales, y lo mejor es continuar en el eterno aprendizaje cuando a más de libros se comparte una copa de vino, un sentimiento honesto, cómplice, y culposo.
Me encantó!!!!
Gracias por tus artículos que llegan en el momento preciso.