El tiempo a nuestro lado es un ente silencioso, pero ausente; cotidiano a la vez, y misterioso, cada persona marca el curso, depende de la velocidad en la que uno se está moviendo y el peso que la gravedad ejerce. Se sabe de buena tinta que el tiempo es algo que fluye, las cosas cambian, los hechos suceden, todo es versátil, es un recurso no renovable.
Existen varios tipos de tiempo, conocer sus diferencias permitirán examinar los recursos y la repartición de la energía, tener claro para poner foco a lo que discurre en la vida desarrolla la capacidad de discernimiento.
El tiempo físico, es el de causa y efecto, permite identificar la separación de uno o más acontecimientos, a través del tiempo físico se permite diseñar una táctica, en una dimensión más del espacio-tiempo.
El tiempo psicológico, se identifica en cómo se piensa, se siente, y se actúa, es decir, es el que se crea en la mente, y es así cuando se distribuye entre el pasado, presente y futuro, convirtiéndose en un tiempo lineal. Lo que discurre cada instante, lo que organiza las experiencias, como se vive en el tiempo internamente en la mente.
El tiempo real, se refiere al estar en el aquí y el ahora, el momento que se conecta con el propio ser en el presente. El instante en el que se responde a los estímulos del entorno.
Además de los tipos de tiempo existe la relación que cada persona tiene con el mismo y el impacto que en su vida genera.
La relación se convierte en activa, cuando cada persona se abre con tiempos verbales de acción, sintiendo que se vuelve creadora de lo que sucede en su vida, siendo partícipe de todo lo que sucede en su camino, de las decisiones que va tomando, e identificando los resultados, con responsabilidad propia, haciendo elecciones concisas y conscientes.
La relación se convierte en pasiva, cuando hay una desconexión del aquí y el ahora, y es la más común escuchar y comentar “…no tengo tiempo, tengo dudas, es que no sé cuál es el camino que debo tomar…”, y es aquí cuando la persona tiene dificultad en pasar a la acción y se estanca en la parálisis. Es aquí cuando se tiene un dilema de lo que está realizando y desde donde se hace, es decir desde el impulso, la prontitud o el instante.
¿Qué es lo que comúnmente se insinúa con respecto al tiempo? Si por ejemplo se tiene diez minutos para efectuar alguna actividad se puede decir “…ya solo me queda diez minutos, no tengo el suficiente tiempo, o aún tengo diez minutos para avanzar…aún queda tiempo…”.
¿Qué impresión se tiene con el tiempo?, aunque la sensación de la relatividad de tiempo está presente, depende de las miradas que se tiene al respecto, como cuando un día trascurre y al finalizar el mismo decimos guau, se pasó el tiempo en un chasquido; o días en que no se ha parado de hacer muchas actividades y una vez culminada se tiene la sensación de no haber realizado lo planificado y anulamos lo que se ha efectuado; incluso a pesar de haber invertido la energía en muchas diligencias.
El tiempo es igual a vida, si tenemos una buena relación con el tiempo, se tendrá una buena relación consigo mismx; pero si se tiene una sensación de agobio, de falta de tiempo, esa relación, se convierte en conflictiva, por lo acelerado de los momentos vividos.
Es muy fácil creer que nos encontramos en manos de las circunstancias y nos des responsabilizamos de las experiencias que se desea atravesar en la vida. Siendo esta una idea impuesta de la cultura, en la que se llama éxito al transcurso lineal del tiempo, buscando objetivos que una vez cumplidos avanzamos hacia otros siguiendo una rueda de nunca acabar, sin la calma o paz anhelada.
Entonces es importante indicar que las satisfacciones o el agobio no dependen de la cantidad de tiempo que se dedica a algo, sino la calidad del ser en ese momento, la atención, y el cuidado en la relación activa que cada uno tiene con su tiempo. Por cierto, recordemos que este año el cosmos nos ha regalado un día más, nos ha dado más tiempo, y tú qué vas hacer con este tiempo extra…?