NO ES LA EDAD SINO LO QUE PASA EN LA VIDA…

Alemania medieval fue donde inicialmente empezaron las celebraciones de cumpleaños. No obstante, cada cultura tiene sus tradiciones, que se comparten desde hace siglos en diferentes rincones del planeta, como la torta con velas. En 1893, comenzó a cantarse el tradicional “Cumpleaños feliz” (originalmente en inglés) que habitualmente a viva voz son entonadas.

Cada ciclo de cada corriente de vida completa un circuito cada trescientos sesenta y cinco días, es decir venimos a completarnos; la energía del mundo individual cierra el círculo de experiencia en el día que precede el cumpleaños de una persona.  Si bien es cierto el círculo es el símbolo universal de ese completamiento muy presente en el pastel redondo.  Completarse es desplegarse: como un origami del cual no se distingue su sentido hasta que dos manos lo extienden, es así como estamos replegadas/os y la tarea es expandir nuestra mente.

Al decir feliz vuelta al sol, pensamos en el universo y la conexión de nuestras pequeñas vidas integradas a él, con una representación de estar más presentes, menos solas/os, compuestos a algo mucho más fuerte que nuestros propios deseos, aspiraciones y propósitos. Al hacerlo, estamos reconociendo nuestro vínculo con la tierra pretendida y sobreexplotada que es nuestro hogar, y sobre la cual hemos venido a contar y registrar, las aventuras humanas, alertas de nuestro paso por ella, conscientes de que los momentos no vuelven y hay que saborearlos.

Dar una vuelta más en una espiral ascendente de aprendizaje y crecimiento, como un resorte, crecido desde el suelo hacia el cielo por descubrir la alegría de estar viva/a, porque vivir se trata de probar, aprender, aportar, crear, disfrutar, reafirmar el sí mismo y autoafirmarse como persona.

Tras cumplir un año es momento de reconocerse, desarrollarse y madurar como ser humano completo. Para ello hay que admitir el final de tiempos pasados, dejar atrás las partes oscuras de la historia personal y acoger con serenidad los siguientes, con un poco más de lucidez, de libertad, madurez, disponiendo de una capacidad para vernos con más perspectiva y honestidad.

Es útil detenerse un instante, agradecer la fuerza, la energía, darse un respiro para elevar el espíritu, que llevas en tu nombre y en tu esencia.

No es la edad, sino lo que pasa en la vida, los momentos que nos quitaron el aliento, las veces que continuamos a pesar del camino tortuoso, todos los pequeños instantes que valen la pena recordar, así el tiempo pase, el cuerpo cambie, ríe, juega, brinca, toma una taza de té, conversa, pon tu corazón en todo lo que hagas, no desperdicies ni un solo momento, haz que cada día valga la pena, valora las relaciones y las experiencias por encima de las cosas y como dice Benedetti: “…Tu edad, de otras edades se alimenta, no importa lo que diga los espejos, tus ojos miran, sin mirar mas de la cuenta…”.

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