Expresión francesa que significa “no sé qué”. Implica ese “algo especial” que no puede expresarse con palabras. Aquella cualidad encantadora y escurridiza simplemente difícil de precisar en algunas personas, pero la sentimos y la comprendemos de forma intuitiva, es más concreta que la imaginación y guarda un significado emocional.
El je ne sais quoi es una actitud sensual de despreocupación con la cual el tiempo parece más fluido al lado de alguien, las tardes contrariadas se hacen exitosas y los problemas de la existencia, menos gravosos. Converge en una actitud para enfrentar al mundo desde la levedad, sin caer en la trampa de medir cuánto se da a los demás, olvidar el proceso o de ponerse como prioridad.
No tiene ninguna relación con el aspecto personal, físico o sexual, pues sería una definición pobre. Tampoco se asocia con la inteligencia, etnia ni clase social pues hay personas de todo tipo que dejan escapar ese no sé qué, desde brillantes hasta simples con ese algo que les da la gracia, sin duda es misterio e intriga que no se desvela ni nos quita el sueño por descubrirlo, solo lo disfrutamos.
Todxs disponemos de este capital etéreo, otra cosa es que seamos conscientes de éste y sepamos gestionarlo: sencillamente es la forma de ser en la cual irradia potencia una cualidad apreciada por otrxs y que es imposible de ser reducida u ocultada, pero quien la posee, tiene la llave que abre los cerrojos de la atracción y siempre hay cerraduras enmohecidas esperando esa llave encantadora.
je ne sais quoi quizá sea el efecto de elegirnos a nosotrxs mismx por encima de los demás, pero sin desdeñarlos, reconociéndonos y celebrando cada parte de unx, en todas las circunstancias, con decisiones basadas en la esencia y no en la exigencia.
Las decisiones diarias crean el propio destino, cada situación tiene un espacio en la vida, así, Edward L. Thorndike, sostiene que si poseemos una sola cualidad sobresaliente (inteligencia, cara bonita, elegancia, astucia etc.) esta virtud actuará como un imán que atraerá a otras cualidades menos llamativas, que se verán aumentadas a ojos de los demás. Es un halo agradable, es ese intangible que impacta, es ese no sé qué.
Si estamos convencidos de que somos atractivxs, lo seremos, así de simple y de complicado. Descubrirnos y convencernos de ello, es fomentar “el no sé qué” que atrae y esto vale para el amor y los retos, para el trabajo y la fiesta, para las relaciones sociales que son ritos y comuniones, etc. Si no creemos en las propias posibilidades y negamos la expresión natural de nuestras cualidades, nos costará impactar a los demás, bien sea en citas, entrevistas, comercio, en todo y transcurriremos en el escenario social como un ánima traslúcida que solo deja frio a su paso.
Pensemos en todas aquellas personas que pasaron por nuestra vida, y que, a través del cruce de miradas, su presencia, su carisma, su talante, su voz, su postura y ese “no sé qué” fueron capaces de mostrar autenticidad, expresar la gran coherencia entre sus palabras y su comportamiento, gente capaz de atraer, persuadir, gustar, en fin, expresar una forma de ser que derriba muchas barreras.
Cada día aprendemos cosas nuevas, vamos transformándonos conforme avanza la vida, todos los momentos marcan capítulos que redefinen nuestra historia, según el ambiente y entorno en el que nos desenvolvemos. A todxs nos gusta que se comporten de una manera positiva con nosotros. Que nos den buen rollo y nos hagan sentir bien, pero, ¿qué hacemos para dejar que brillen naturalmente nuestras luces y hacer sentir bien a quienes nos rodean?
Disfrutar cada pequeño instante es lo que realmente importa al igual que la actitud que mostramos ante la vida. Las personas no ofrecen simplemente una imagen, sino que desde las mismas se exponen como un todo, es así que la mirada del otro me compone y me encuentra ese “no sé qué” de igual modo que yo compongo al otrx y le descubro.
Darse el tiempo de reconocer y honrar nuestros gustos y virtudes, comienza con responder: ¿qué es lo que normalmente me intriga de mí? ¿qué es lo que me hace sentir bien? ¿qué es lo que me gusta hablar y escuchar? ¿qué es lo atractivo que tengo? ¿qué de mí, gusta? Toma una pausa, pregúntate y con las respuestas construye ese halo mágico, ese “no sé qué”
Tu vida es tarea tuya…