Culposo, es un calificativo de naturaleza jurídica, se refiere a las infracciones que originan responsabilidades porque son el resultado actos imprudentes o negligentes de una persona. Educación culposa son ciertos contenidos de la educación informal que con poca crítica adulta se implantan en las mentes infantiles, aun sabiendo por la propia experiencia, que esas creencias les llevarán a malestares por el choque con el convencionalismo y la moral: sin embargo trasmitimos esas ideas por dos causas: primero el peso cultural de ciertos constructos, en especial de lo sexogenérico, son casi un arquetipo que no podemos eludir y segundo, estamos persuadidos que las experiencias son la gran escuela, que lo lógico es que cada quien asuma su rol aun al costo de sufrir sus penas. No en vano es tan común que algunas madres habiendo sufrido ellas la violencia machista, se mantengan indiferentes cuando su hija o su nuera viven lo mismo en su hogar.
La educación formal como sistema supervisado por un Estado, está en constante renovación de sus contenidos y escucha las voces críticas que han permitido refrescar los contenidos curriculares, pero, ¿qué pasa al interior de las familias en donde los adultos son los modelos o guías de conducta? pues nada significativo, salvo las excepciones que siguen a las tragedias, la familia en tanto matriz de socialización sigue atrapada por la fuerza gravitatoria de la costumbre y la normativa patriarcal, reproduciendo las pautas que mantienen el orden de desigualdad.
¿Qué responsabilidades adquieren mujeres y hombres por lo que inculcan a sus hijos e hijas como normas de ser? ninguna que no sea un eventual sentimiento de culpa cuando la infelicidad sobreviene. Si la inercia es el estado de las cosas ¿qué espera a las y los jóvenes? Pues nada distinto de lo que se ha vivido en dos o tres generaciones anteriores.
La educación en cuanto a roles y expectativas para mujeres/hombres resulta una bomba de reloj que en el momento debido hará trizas las ilusiones de autonomía de adolescentes y jóvenes que se piensan distintos de sus mayores.
¿Hay responsabilidad de madres y padres en las desdichas de hijas e hijos? sí, definitivamente porque tuvieron que sentir lo que el patriarcalismo, sus doctrinas y normas han hecho en sus vidas y no lo manifestaron, más bien reprodujeron la misma pauta transaccional entre mujeres /hombres que asfixia y menoscaba.
La proliferación de voces y militancias por la igualdad al aparecer no llega a lo íntimo de la familia, aun cuando las mujeres se estén activando, muchas veces tropiezan con la apatía del esposo, siendo una franca oposición, para educar con otra perspectiva a los hijos e hijas.
Por trillados que sean los ejemplos de la educación sexista familiar, no pierden vigencia y predisponen a las niñas para la pasividad, para ser y practicar todas las cosas “femeninas” que se proyectarán hasta en el destino profesional: se las educa para la dependencia, para el cuidado de los otros y no para la autonomía, muchas optan por las carreras humanistas, a las artes, al mundo determinado por los sentidos. Ellos, son destinados a la razón, a las cosas prácticas y las ciencias exactas.
¿Es la casa donde con palabra y ejemplo empezó este constructivismo de géneros en desigualdad? Por supuesto que sí. De no haber sido por esta educación, el imperio sexista regulador de la cultura a través de la religión, las costumbres, las pautas interpersonales, los medios, no hubiera tenido tanta potencia, y finalmente niñas/os lo enfrentarían con libertad.
Entonces los adultos debemos asumir nuestras responsabilidades y afrontar con autocrítica lo que hemos hecho, porque siempre se está a tiempo con nuestros hijos e hijas en señalar como ilegítimo el poder masculino, reivindicar a las hijas, generar valores, creencias, principios en torno a la igualdad de género. Eliminar a golpe de cincel los defectos dados por el machismo, racionalizar el lenguaje que se emplea a diario, puesto que este debe llevar implícito el respeto por el ser humano, partiendo del respeto a la vida, revelando los privilegios masculinos detrás de tradiciones culturales o religiosas, y desmontando la estructura conceptual de lo que somos como mujeres y hombres.