Decenas de miles de años antes de nuestra era, diversas culturas tanto de oriente como occidente tuvieron en el sol a su divinidad porque percibían que con su aparecer cada mañana se alejaba la gélida oscuridad, recibían luz y calor, podían defenderse de los depredadores, trasladarse, recolectar, cazar, y vieron germinar sus siembras. En los hemisferios sur y norte, los ciclos estacionales demostraban con su rigor invernal la influencia definitiva del sol en la vida humana y poco a poco el astro fue entendido como un dador de vitalidad y motor de la vida.
Los seres humanos aprendieron a distinguir con exactitud los movimientos del sol, la luna y las estrellas, se crearon las doce constelaciones zodiacales, se sabía claramente las fechas de solsticios y equinoccios, se pensaba en la influencia directa de los cuerpos celestes en el diseño psíquico de las personas y la expresión de su vida espiritual. En el imperio romano a partir del solsticio de invierno el 21 de diciembre, se instituyeron las festividades del sol invictus, nacía el sol que vencería definitivamente a la oscuridad invernal y advendría el clima benévolo marcado por el equinoccio de primavera el 21 de marzo. Al parecer, sobre las celebraciones del sol invictus y otras fiestas paganas que se llevaban a cabo desde mediados de diciembre, se impone la fiesta de navidad (nativitas, nacimiento) y en el cristianismo es el nacimiento de Jesús, Dios, Luz del Mundo.
la Luz es uno de los símbolos esotéricos que suman sabiduría a quien es capaz de desentrañar lo que representa y lo aplica en su vida diaria. La Luz simbólicamente representa la ciencia que ahuyenta las tinieblas de la ignorancia y disipa la obscuridad de la mente. La Luz es verdad-conocimiento.
Los símbolos trasmiten un mensaje de contenido moral que ha sido entregado de boca a oídos, generación tras generación, a través de los mitos, las leyendas, los relatos crípticos, están presentes en nuestro sistema de pensamiento, pero no siempre en el plano consciente, entonces, reflexionar sobre los símbolos ayuda a entender la dimensión natural del alma humana, permitiendo superar las contingencias que amenazan quebrar nuestras ilusiones de felicidad.
De la misma manera que el sol irradia luz, también la calienta, igualmente la Luz del conocimiento puede además ser una fuente de calor espiritual para los que están en la oscura desolación, porque todos los saberes, las ciencias y el raciocinio deben transformarse en actos de amor al prójimo. La Luz del conocimiento puede ser en nosotros una Luz de amor y empatía que ilumine a los débiles y desprotegidos, a los pobres y migrantes, a los que sufren la crueldad de la desigualdad humana.
Navidad también es una fiesta de la Luz de amor que triunfa sobre las tinieblas de la arrogancia, el egoísmo y el miedo a comprometerse.